Después del nutritivo artículo sobre cómo superar la fobia social porNuria Perez de Ziriza, volvemos a contar con su colaboración. En esta ocasión, Nuria nos explica qué es la fase de crisis existencial y cómo superar la depresión y ansiedad que nos provoca.

Nuria es psicóloga por la Universidad de Valencia y especialista en terapia cognitivo-conductual, actualmente trabaja en atención psicológica en el ámbito privado.

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‘La Crisis existencial’, un término de moda

¿Quién no ha escuchado este término durante el último año? El compañero de gimnasio, la compañera de trabajo, un amigo, alguien de la familia o incluso tú mismo puedes haberlo utilizado.

Hablamos de ‘Crisis Existencial’ para referirnos a un momento de nuestra vida en el que atravesamos por una tormenta de dudas e inseguridades acerca de todo lo que nos rodea.

Nos llegamos a replantear desde nuestra relación de pareja, nuestras amistades o nuestro trabajo (o falta de trabajo), hasta el sentido de la vida. De nuestra vida.

Esta sensación de estar perdidos nos provoca un descarrilamiento de emociones negativas como tristeza, frustración, estrés o ansiedad, que nos impide resolver el dilema existencial en el que nos encontramos.

“Somos demasiado jóvenes para estar tan tristes”

Hace solo unos meses se viralizaba la frase ‘Somos demasiado jóvenes para estar tan tristes’. La famosa sentencia nace de la ilustradora Sara Herranz, aunque muchos de los que la compartieron desconocían su procedencia.

Y es que estas siete palabras resumen el sentimiento de miles de españoles ante su situación actual. Las crisis de vida ya no son exclusivas de los que cumplen años en la madurez.

Ahora también las sufren jóvenes que han invertido años y dinero en estudiar y se acercan a esa edad en la que se suponía iban a tener la vida medio hecha, y por el contrario siguen viviendo con sus padres o compartiendo piso porque su economía no les permite otra cosa.

Personas que están atrapadas en un trabajo que les hace miserables pero que no pueden permitirse abandonar. Adultos que han caído en ese saco en que se es demasiado mayor para empezar una carrera diferente o ser contratado en una empresa nueva, pero a los que les queda la mitad de su vida por delante. Y la lista de ejemplos podría continuar.

Ansiedad y depresión: las reinas del mambo

Con la creciente sensación de crisis existencial que nos rodea aumentan los problemas emocionales, y es que hay dos que aparecen cada vez que doblamos una esquina.

Como decíamos al principio, la frustración y la sensación de estar perdido en la vida nos provoca emociones muy negativas que, prolongadas en el tiempo, pueden derivar en ansiedad y depresión.

Hablaremos de ansiedad entendiéndola como la sensación de miedo, nerviosismo o agobio que nos invade cuando analizamos nuestra vida; y de depresión como ese sentimiento de tristeza o apatía prolongado que no nos está dejando ser nosotros mismos.

Ansiedad

Lo primero que debemos tener claro es que la ansiedad en sí no es peligrosa. Los psicólogos hacemos una distinción entre ansiedad adaptativa y ansiedad desadaptativa.

La ansiedad es el programa que activa nuestro cerebro cuando percibe un peligro, por eso la llamamos ‘adaptativa’, ya que sin ella no sobreviviríamos.

Las sensaciones físicas que notamos, como el corazón acelerado, la hiperventilación y su correspondiente mareo, las sensaciones en el estómago, el calor corporal o incluso sensaciones de irrealidad, todas forman parte de la activación de este “programa” que nuestro cerebro ha puesto en marcha para protegernos.

Si nos remontamos al hombre de las cavernas entenderemos mejor el funcionamiento de los mecanismos de ansiedad. Cuando se encontraba ante un peligroso animal, su primitivo cerebro activaba la respuesta de ansiedad, acelerando el ritmo cardíaco para bombear sangre más rápido a los músculos y así proveerles del oxígeno y azúcar que necesitan para luchar o huir.

Esta respuesta se ha mantenido durante la evolución del ser humano hasta hoy.

Pero, si la ansiedad es un mecanismo de supervivencia, ¿por qué resulta tan desagradable? La respuesta es sencilla: no hay un peligro real.

Al no utilizar los recursos que nuestro cuerpo nos ofrece para luchar o huir, notamos sensaciones extrañas. Los músculos se tensan porque están cargados de energía que no utilizan, aumenta el calor corporal, se corta la actividad del aparato digestivo para ahorrar energía innecesaria en ese momento produciéndonos sensaciones en el estómago, boca seca, estreñimiento o diarrea, y así sucesivamente.

Cuando la alarma de ansiedad se dispara sin que haya un peligro real, la llamaremos ansiedad desadaptativa.

En ocasiones la ansiedad se dispara ante situaciones u objetos, pero en otras muchas ocasiones, como en la de una crisis existencial, la ansiedad se dispara ante pensamientos que nuestro cerebro detecta como peligrosos.

Por este motivo es importante recordar varias cosas cuando nos sintamos ansiosos:

• La ansiedad no es peligrosa.

Aunque la sensación sea desagradable y angustiosa, lo que estamos sintiendo es la puesta en marcha de un mecanismo cuyo objetivo es protegernos.

• La ansiedad no es ilimitada.

A veces parece que la ansiedad vaya a seguir aumentando hasta volvernos locos. Esto no es así. La duración e intensidad de la ansiedad puede durar minutos, pero cuando nuestro cerebro se da cuenta de que no hay ningún peligro, sin necesidad de que hagamos nada, comenzará a descender por sí misma hasta desaparecer por completo.

Depresión

Como mencionábamos antes, hablaremos de depresión en el sentido más coloquial del término, entendiéndola como una alteración en el estado de ánimo, tristeza, apatía o desmotivación general.

La frustración, la desmotivación y la imposibilidad de ver soluciones a nuestros problemas pueden hacernos sentir deprimidos. Pero esta reacción es normal. No sería normal estar felices el cien por cien de nuestro tiempo. ¡Ojalá!. Consideraremos que tenemos un problema en el momento en que nuestro bajo estado de ánimo perdure en el tiempo interfiriendo en nuestra vida normal.

Cuando nos sentimos deprimidos todo se nos hace un mundo. Con esta crisis existencial afrontar cada día es durísimo, por lo que si no necesitamos madrugar, no lo haremos. Si no tenemos que ir a ningún sitio nos levantaremos tarde, veremos la televisión para llenar las horas y haremos poco más.

Si tenemos obligaciones, las haremos sin ganas y esperaremos que llegue la hora de volver a casa con ganas. Una de las paradojas de la depresión es que al no disfrutar de las cosas, dejamos de hacerlas, lo cual nos provoca más apatía.

Es importante recordar que, de la misma manera que nuestro estado de ánimo afecta a nuestra forma de comportarnos, nuestras conductas pueden cambiar la forma en la que nos sentimos. Actúa positivo, y te sentirás positivo.

Consejos para sentirte mejor

• Llena tu vida de refuerzos positivos

Para afrontar la crisis existencial puedes empezar con estos consejos. Cuanto más espacio de tu mente ocupes con cosas positivas, menos espacio habrá para las negativas. Realiza una escapada, lee un buen libro, date caprichos, haz cosas que te motiven. Aunque hayas perdido motivación, haz cosas que solían gustarte, pronto volverás a disfrutar de ellas.

• Cuídate

Come sano y duerme lo suficiente. Una dieta sana y equilibrada junto con las dosis necesarias de sueño nos ayudan a mantener los niveles óptimos en nuestra química cerebral, mejorando así nuestro estado de ánimo.Pasa tiempo al aire libre

Sal a la calle, pasea por un parque o una playa, disfruta del sol, respira aire puro y aprovéchate de los beneficios que ofrece la naturaleza a nuestra salud.

• Actívate

Haz deporte o algún tipo de actividad física regularmente y pronto notarás mejorías en tu estado de ánimo. Por un lado, la serotonina, la dopamina y las endorfinas que segrega nuestro cerebro al hacer ejercicio se encargarán de hacernos sentir mejor. Y por otro lado, el ejercicio físico nos hará sentir más en forma, lo que subirá nuestra autoestima.

• Socialízate

Rodéate de gente, no te aísles. Sal con amigos, estate en contacto con familiares. Un buen colchón social es una de las mejores formas de prevenir problemas emocionales.

• Mantén ciertas rutinas

Cuando perdemos nuestro objetivo es fácil caer en ese círculo vicioso de no hacer nada porque nada nos motiva. Madrugar, arreglarse y cuidar nuestra apariencia física son cosas que suelen dejar de hacerse cuando uno no tiene nada que (le motive) hacer. En momentos en los que uno se encuentra perdido, las rutinas pueden ayudarle a seguir hacia delante.

• Toma decisiones

Si algo no te gusta cámbialo. Si quieres conseguir algo ve a por ello. Ponte objetivos realistas y traza un plan para conseguirlos. Paso a paso irás viendo la luz al final del túnel.

• Re-interpreta las situaciones negativas

Cada persona interpreta las cosas de una manera diferente porque cada uno piensa y siente de una manera diferente. Ante una misma situación, una persona se enfada y la otra se ríe. Aprende a separar tus emociones de ciertas situaciones e intenta hallar una interpretación alternativa, más objetiva, más adaptativa.

• Permítete estar triste

Tal y como mencionábamos anteriormente, sentirnos tristes es parte de la vida. No hay nada de malo en sentirse triste de vez en cuando. Permítete tener un mal día y levántate con más ganas al siguiente.

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Si estás pasando por una Crisis Existencial recuerda que es un estado pasajero. Con actitud positiva y esfuerzo se puede superar casi cualquier cosa. Si a pesar de los consejos anteriores no te ves capaz de salir de este bache, no dudes en contactar con un profesional.