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Amar o no amar, ésa es la cuestión. El amor es un laberinto cuya salida no existe

Amo, luego existo

El amor, según Platón (427-347 a.C), sería una aspiración o tendencia de lo inferior hacia lo superior,  un amor de la belleza, de forma que lo amado sería lo más noble y perfecto. El movimiento del amor parte de lo inferior en dirección a lo superior y más perfecto, en el que lo inferior encuentra remedio a su carencias o imperfecciones.

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Amar

Jacques Alain Miller, nos dice que el amor se dirige a aquel que pensamos que conoce nuestra verdad, y nos ayuda a encontrarla soportable. El amor es lo que permite soportar esa verdad, porque esa verdad nuestra es sumamente difícil de aguantar, porque siempre se trata de lo mismo, de darnos cuenta que nos falta algo y que no encontramos forma de satisfacer eso.

 <<Amar a alguien es creer que amándolo, se accederá a una verdad sobre sí mismo. Amamos a aquel o a aquella que puede ser el comienzo o el motivo para encontrar una respuesta a nuestra pregunta: «¿Quién quiero ser yo?»>>.

Según Lacan, el amor es ofrecer eso que no se tiene, ofrecerle al otro eso incompleto que tenemos, eso que nos falta, sabiendo que el otro a quien nos dirigimos también está incompleto.

Se tiene la idea de que ni yo te puedo completar, es decir, que no puedo satisfacer todas tus necesidades, y que tú no puedes completarme, o no puedes satisfacer todas mis necesidades. Si yo intento satisfacer todas tus necesidades, me transformo en un objeto destinado a tapar esa falta, y si soy un objeto, soy una cosa, no un sujeto (sujeto, en psicoanálisis es algo más que decir “persona”).

Pero a pesar de todo, vamos a no cesar de intentarlo cada día, vamos a intentar todos los días de entendernos pese a ese malentendido que son las relaciones humanas.

Personas que saben amar, personas que no saben amar

Algunos saben provocar el amor en el otro, los serial lovers, hombres y mujeres. Saben qué botones apretar para hacerse amar. Pero ellos no aman necesariamente, juegan más bien al gato y al ratón con sus presas.

Para amar, hay que confesar su falta, y reconocer que se necesita al otro, que le falta. Aquéllos que creen estar completos solos, o quieren estarlo, no saben amar. Y a veces, lo constatan dolorosamente. Manipulan, tiran de los hilos, pero no conocen del amor ni el riesgo, ni las delicias.

El amor “recíproco”

La palabra “reciproco” no se refiere a que basta con amar a alguien para que él/ella lo ame. Eso sería absurdo. Esto  quiere decir: «Si yo te amo, es que tú eres amable. Soy yo quien ama, pero tú, tú también estas implicado, puesto que hay en ti algo que hace que te ame.

Es recíproco porque hay un ir y venir: el amor que tengo por ti es el efecto de retorno de la causa de amor que tú eres para mí. Por lo tanto, algo tú tienes que ver. Mi amor por ti no es sólo asunto mío, sino también tuyo. Mi amor dice algo de ti que quizá tú mismo no conozcas

Esto no asegura en absoluto que al amor de uno responderá el amor del otro, cuando eso se produce siempre depende de un conjunto de factores.

El azar al encontrar el amor. ¿Por qué él? ¿Por qué ella?

Existe lo que Freud llama Liebsbedingung, la condición de amor, la causa del deseo. Es un rasgo particular – o un conjunto de rasgos- que tiene en cada uno una función determinante en la elección amorosa. Esto escapa totalmente a las neurociencias, porque es propio de cada uno, tiene que ver con la historia singular e íntima. Rasgos a veces ínfimos están en juego. Freud, por ejemplo, había señalado como causa del deseo en uno de sus pacientes ¡un brillo de luz en la nariz de una mujer!.

El amor en las sociedades contemporáneas

Las modalidades del amor son ultrasensibles a la cultura ambiente. Cada civilización se distingue por el modo en que estructura su relación entre los sexos.

Ahora, ocurre que en occidente, en nuestras sociedades, a la vez liberales mercantiles y jurídicas, lo «múltiple» está en camino de destronar el «uno». El modelo ideal de «gran amor para toda la vida» cede poco a poco el terreno ante el speed dating, el speed living y toda una profusión de escenarios amorosos alternativos, sucesivos, incluso simultáneos.

La fragilidad de los vínculos humanos

Vivimos en una época de extrema ligereza, un mundo que a fin de cuentas termina siendo trivial, suscitado por la búsqueda del placer en sí mismo, obviando cualquier elemento que pudiera ser contrario a éste.

Inevitablemente quien rompa con lo anterior será presa de la presión colectiva, la misma que lo induce a creer que está en el error por fuera del status quo, o que bien, recurre a un desperdicio de todo cuanto pueda hacerlo feliz sin esfuerzo alguno.

Zygmunt Bauman, en su libro ‘Amor Líquido’, argumenta que la imposibilidad de aprender a amar proviene de que el amor no tiene historia, constituye una serie de “dejavus”.

Esto quiere decir que mientras experimentamos la invisibilidad del amor presente, pasamos por muchas situaciones que pensamos ya haber vivido con otra persona, y al creer que aprendimos de esa experiencia obramos como creemos que debemos hacerlo. Pero de ahí resulta algo nunca planeado, no podemos actuar con una persona como lo hicimos con la otra, es ahí cuando el supuesto aprendizaje del amor se escabulle, lo que a su vez lo hace difícil de definir.

Amores pasajeros

Cambiamos de “amor” como cambiamos de camisa, es la emoción provocada por querer vivir algo nuevo, lanzarse al vacío. De ahí que no resulte un problema arrojarse en “aguas desconocidas” para descubrir y descifrar a la otra persona.

Algunas veces esta situación llega a acabar con el amor, porque el misterio de esa persona ya se conoció, y se conoció tanto que ahora es monotonía. Lo que provoca entonces la pérdida del deseo, chispa necesaria para el interés por la otra persona. Pero en el momento en que esa chispa se acaba, prescindimos de ella por una relación de coste/beneficio.

Es esa necesidad de cambio la que trae una insaciabilidad de doble filo, por la que siempre estaremos inmersos en la búsqueda de novedad. Pero a su vez, estaremos ahogados en una sensación profunda de vacío, característica del homo sexualis “el hombre en búsqueda del placer en sí mismo”.

¿Estamos condenados a la soledad e incertidumbre?

Las relaciones actuales las podemos dibujar en un enorme cristal  de vidrio regado de agua, en el que todos estamos conectados de una u otra forma. Así como las gotas del líquido en el vidrio logran unirse, igualmente pueden gotear, logrando en los vínculos aquella fragilidad tan anhelada: el poder de unirse de una gota a otra.

Es así que, como dice Bauman, se crean esas relaciones tan livianamente, para que en cualquier momento puedan zafarse sin dolor. Pero gracias a esto, muchos viven en la sombra de la insaciabilidad y el vacío.

Siempre nos quedará París

Slavoj Zizek nos dice que el amor termina siendo un acto imperfecto entre seres imperfectos, limitados a reacciones más allá de ellos mismos, en constante descubrimiento de sí mismos y del otro (el amor es no saberlo todo), pero que al final, el amor es lo único que sobrevive. La única cosa que nos queda, por sobre todas las demás.

Recordemos la película Casablanca (1942), que está situada durante la Segunda Guerra Mundial, en una ciudad llena de exiliados en busca de escapar a Estados Unidos del terror nazi. Rick Blaine, el dueño del café más importante del lugar, tiene que escoger entre el amor y lo correcto.

Es decir, escapar con la mujer que ama o permitir que un defensor de la resistencia, Victor Laszlo, logre escapar para continuar con su misión política. En una de las escenas más representativas, vemos a Humphrey Bogart, personificando a Rick Blaine, decirle a Ingrid Bergman, quien es Ilsa Lund, que tiene que escapar con Víctor.

El argumento de Ilsa Lund es un cuestionamiento al verdadero amor que debería existir entre los dos. Rick decide lo correcto, pero sabe que el amor siempre estaría presente, por lo que en vez de decir una respuesta precisa, sólo es capaz de llevarla a un lugar, es decir, ubicar el amor en un espacio más allá de ellos mismos, en donde siempre sobrevivirá: París.

”Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”.

Pablo Neruda

Un nuevo artículo que nos regala nuestra compañera Beatriz Durán, psicóloga clínica. Cada mes, Beatriz, escribe una brillante publicación para nuestra web. Si te ha interesado esta publicación, os recomendamos: “Adicción a internet, ¿Invención o afición patológica?” y “¿Cómo afrontar los problemas? Claves de la Resiliencia“.
Actualmente, Beatriz trabaja en su proyecto Humans Psicología, del que podéis saber más accediendo al enlace. También podéis encontrarla clicando en el siguiente enlace de facebook.

Referencias bibliográficas

Miller, A. (2008).”Sobre el amor”. Entrevista por Hanna War.

Allouch, Jean. (2011). “El Amor Lacan”. Argentina: El cuenco de Plata.

Bauman, Zigmunt (2005) Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. México D.F. Fondo de cultura económica. ISBN 978-84-375-0588-6.

Platón (2003). Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. Volumen III: Fedón. Banquete. Fedro. Editorial Gredos.

Žižek, S. (2000). The fragile absolute, or why is the Christian legacy worth fighting for? Nueva York: Verso.

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